jueves, 3 de marzo de 2011

Comunidades del sur

Comunidades del sur: nuestra alternativa alimentaria

Debido a que nuestras sociedades requieren de un ambiente sano y sobre todo de una alimentación sana, la agricultura orgánica y, más, los alimentos orgánicos, es decir, los alimentos que no contienen ninguna clase de fertilizantes ni pesticidas químicos, tienen en la actualidad una gran demanda.

Por lo anterior, es nuestro deber valorar entonces a quiénes producen sanamente y conservan un ambiente limpio. Nos referimos en especial a nuestras comunidades, a los campesinos mexicanos y especialmente las comunidades indígenas.

No negamos que muchas de ellas han sido fuertemente trastocadas por este sistema capitalista basado en  un consumismo voraz a costa de lo que sea, a costa de la naturaleza, incluso a costa de los derechos humanos.

Sin embargo, no cabe duda que quiénes han sabido sobrevivir durante cientos de años con base en sus conocimientos propios del manejo de los recursos naturales, son ellas, las comunidades.  Gracias, por supuesto, a su característica e identidad cultural y no a alguna maquinaria del dinero.

Las comunidades del sur de México están viviendo el embate y se resisten día con día  en contra del sistema capitalista voraz encarnado además en gobiernos corruptos que tienen por objetivo destruir las formas de vida comunitarias que son, paradójicamente,  nuestra alternativa para obtener alimentos que no estén contaminados.
Lo que vemos a través de la televisión de lo que hoy acontece en Oaxaca o en Chiapas, no son las mafias del narco en el norte, son las comunidades resistiendo el embate del gobierno por destruir sus formas comunitarias y autónomas a través de la imposición de gigantes megaproyectos tales como el Plan Puebla Panamá, tales como la presa de La Parota en Guerrero y el Corredor Eólico del Istmo en Tehuantepec, Oaxaca, con los que venden y entregan la tierra y los recursos naturales a la irresponsabilidad de las transnacionales.

Los conflictos políticos de está gran región de México no pertenecen a la rebatinga política partidista, pertenecen a la verdadera necesidad del pueblo y de las comunidades de defenderse.  Defender la vida comunitaria, su autonomía y soberanía alimentaria, que es la que hace posible que hoy todavía  podamos seguir contando con alimentos sanos libres de transgénicos  e híbridos.

Por todo lo anterior, valoremos hoy no sólo los alimentos orgánicos sino valoremos también a las comunidades, las personas, las formas de vida que son capaces de producirlos. No permitamos que nos vendan los alimentos orgánicos en una sección más de los supermercados despersonalizados que fincan su riqueza en la explotación y la destrucción de la naturaleza.

Solidaricémonos entonces con el pueblo del sur que se defiende.